Este ensayo trata sobre el fenómeno del software libre y sus consecuencias económicas. A la hora de plantear el tema he querido explícitamente huir de todo planteamiento idealista, voluntarista o de juicios morales sobre la bondad del software libre; existe ya demasiada literatura sobre el tema, y todos estamos al día de las características, bondades e inconvenientes del software libre. Pido disculpas anticipadas a todo aquel que sienta herida la idea sobre la "bondad" del software libre, y de la idea del "compartir desinteresado", pero no se puede cerrar los ojos a lo que en estos momentos es una realidad
Utilizo el término "software libre" en el sentido inglés del concepto "Open Source Software", en lugar del entendido en España como "Software gratuito". En todo momento, a menos que se explicite lo contrario, entenderemos como tal a aquel software, generalmente sujeto a derechos de copyright y licencia de uso sobre el que el usuario tiene acceso al código fuente, permitiéndose cierta libertad de uso. Del mismo modo, a menos que se especifique, la licencia de uso corresponderá a la definida en la "GNU Public License versión 2". Es posible que en algún momento en el texto aparezca el traducción literal "software abierto". Pido por ello disculpas anticipadas al lector, que espero tenga la amabilidad de notificar el error, para así corregirlo convenientemente.
Todo escrito tiene un objetivo, y éste no podía ser menos. La idea que quiero transmitir es esta: El Software Libre es un negocio rentable, y subyace en un modelo de economía basado en la colaboración egoísta. Intentaré demostrar que dicho modelo económico no es exclusivo del software sino que es una conclusión lógica de la sociedad de consumo actual, basada en la tendencia de desplazar la economía de los países industrializados desde el sector producción al sector servicios.
El modelo de empresa basada en estos conceptos difiere grandemente de la empresa tradicional, tanto en los objetivos como en los medios disponibles, aunque comparten algo básico: ganar dinero. Veremos como el modelo del Software Libre cumple esto, y además aporta algo de lo que los otros modelos carecen: optimiza la relación coste/prestaciones en toda la cadena de producción, desde el voluntario/colaborador hasta el usuario final del producto.
La sociedad de los países industrializados se tiene una serie de características que la hacen destacar sobre otras sociedades: una renta per cápita superior a la media, un desplazamiento de su actividad productiva hacia el sector servicios, una serie de valores económicos y culturales "occidental". Una vez caído el sistema productivo "comunista", la sociedad de mercado con sus ventajas e inconvenientes se ha hecho con la hegemonía de las sociedades industrializadas. Y con ella un fenómeno que en los últimos años se ha hecho patente: vivimos en la sociedad de la información. Tanto es así que nuestro modelo económico se basa en muchas ocasiones para su desarrollo en la posesión y manejo de información mas o menos valiosa o privilegiada. Una frase de periodistas es "Quien tiene la información, tiene el poder".
Pero la realidad es otra: El poder no está en quien tiene la información, sino en quien sabe manejarla. En un mundo con superabundancia de fuentes de información ( tanto es así que más de un ensayista ha escrito que la sociedad de la información implica el fin de la historia según se describe desde la dialéctica marxista ) es un problema real el manejo y proceso de tanta información. Frecuentemente se produce un fenómeno de overbooking de información, o bien aparece la problemática de "separar la señal del ruido", es decir, del discernimiento entre información relevante o desechable. No en vano un nuevo concepto ha aparecido dentro del mundo de las tecnologías de la información: el Data Mining. Hasta hace unos años era impensable que tal necesidad de control de la información fuera no ya necesaria, sino hasta imprescindible para la supervivencia de una empresa.
En este contexto de sociedad de la información, aparece el fenómeno Internet. A nivel sociológico podemos decir que Internet ha convertido el fenómeno de la información y el acceso a ésta en un mecanismo al que todo el mundo puede acceder, sin mas que unos mínimos recursos. Se dice que Internet ha "democratizado" el acceso a la información. Sin entrar a valorar el valor de la información disponible, podemos hacer una primera clasificación en función de los contenidos:
Ante este hecho, cuando un usuario necesita información tiene dos opciones: o intentar localizarla, o bien generarla por sí mismo. En cualquiera de los dos casos esto tiene un coste, que para una empresa se traduce en un coste económico. En el segundo caso, deberá dedicar una serie de tiempo y dinero en hacer que sus trabajadores elaboren dicha información. En el caso primero, dichos trabajadores deberán emplear el tiempo en localizar la información, y sobre todo en procesarla para que sea de utilidad a la empresa. Sea cual sea el proceso elegido, ello implica muchas veces el que la información tenga que ser varias veces asimilada y procesada. La consecuencia global es que en el mundo empresarial "la rueda se reinventa" constantemente.
En cualquiera de los dos casos una vez que la empresa tiene lo que necesita, se plantea la necesidad de dar una salida a dicha información. En función del modelo elegido obtenemos dos modalidades de empresa: Cerrada ( el resultado de su trabajo es de uso exclusivo de la empresa ) o Abierta ( se comparte -de forma mas o menos aprovechable- el resultado del trabajo de la empresa ). Cuando una empresa trabaja con el modelo abierto, decimos que adopta un modelo empresarial tipo "Software Libre".
Uno se puede plantear como un modelo basado en compartir la información -que ha costado dinero obtener y procesar- puede ser beneficioso económicamente. La respuesta reside en varios conceptos que analizaremos en los siguientes capítulos. Baste resumir algunos de ellos:
El software libre es tan antiguo -o mas- que Internet. De hecho podemos decir que Internet no existiría sin el software libre. Desde que en los años 60 los Bell Laboratories cedieron el código fuente de su recién inventado Sistema Operativo UNIX, hasta la última versión del núcleo Linux, la historia del software se basa en el intercambio de información.
Una serie de características hacen en la industria del software la necesidad de una comunicación fluida y de un intercambio de información:
No obstante, no todo es color de rosa: intereses comerciales hacen que muchos fabricantes quieran imponer sus propios estándares, o añadan extensiones incompatibles a los ya existentes. Un fuerte rechazo a este modo de hacer empresa se observa en el software actual, debido -entre otras causas- a:
Sería de necios cerrar los ojos a la realidad y afirmar que las empresas no consiguen imponer sus estándares. Lo cierto es que en gran parte de los casos los estándares siguen a las empresas que los lanzan. Lo que se pretende decir con esto es que sólo cuando es asumible el coste de la innovación puede plantearse la creación de protocolos o interfaces propietarios. El mercado tiene gran inercia y necesita apoyarse en unas bases conocidas, por lo que ninguna empresa media puede permitirse el lujo de forzar clientela en un mercado competitivo. La adopción de estándares conocidos -y aceptados- permite a los usuarios arriesgarse a probar el nuevo producto, y la existencia de modelos de implementación públicos permite a la empresa un desarrollo sin necesidad de partir "de cero". Incluso con gigantes de la industria software se ha dado lugar a problemas muy serios -incluso judiciales- por algo tan simple como la compatibilidad hacia atrás entre dos versiones del mismo paquete ofimático.
En el anterior párrafo, se plantea pues, la necesidad de partir de un estándar aceptado por todos -facilidad para el usuario- y de un modelo de implementación -facilidad para la empresa-. Esta característica es esencial en el software libre: un sistema de producción que favorece a todas las partes implicadas. Veremos en capítulos posteriores los modelos matemáticos subyacentes a esta metodología. Entretanto, haremos una aproximación evolutiva a dicho modelo.
No podemos olvidar que el boom de la informática y de las tecnologías de la información es relativamente reciente: hace tres décadas el mundo del software estaba reducido al ámbito académico -y a veces militar- de unos pocos países privilegiados. El proyecto Arpanet fue en su origen un desarrollo de la universidad de Berkeley encargado por el Departamento de Defensa. Las leyes federales obligan a que, pasado un tiempo, todo proyecto financiado con fondos públicos, sea del dominio público.
En otros casos no fue la ley, sino los convenios entre empresas y organismos públicos los que potenciaron la distribución de software libre: si ATT no hubiera cedido el código fuente de su sistema operativo UNIX, posiblemente Internet -si existiera- sería totalmente distinta de lo que conocemos hoy en día.
Por último hay que destacar el software llevado a cabo mediante colaboraciones o convenios entre empresas. El sistema X-Window es mantenido y desarrollado por un consorcio de empresas que se comprometen a seguir unos estándares y normas de desarrollo comunes, obteniendo a cambio una garantía de interoperabilidad y de acceso a recursos comunes, especialmente el código fuente. ( Se ha producido recientemente un intento de "privatizar" este club, estableciendo una "cuota de socio", intento que felizmente por motivos nuevamente económicos -como no podía ser de otra manera- ha sido abortado ).
Estos intercambios de información han traído consigo las primeras preocupaciones de índole mercantil: la protección de los derechos de autor. Estaba claro que un sistema de producción basado en compartir información debía establecer una serie de garantías sobre la paternidad y los derechos de uso de dicho software.
Las primeras pruebas en este sentido se limitaban a garantizar que todo trabajo basado en código abierto debía llevar consigo los créditos del copyright del autor. No se establecían protocolos de protección de la integridad del trabajo, o de garantizar la publicidad de todo trabajo derivado. Igualmente, tampoco se imponían restricciones de índole comercial, o de distribución.
Está claro que esta situación no podía llegar muy lejos. De hecho históricamente se ha podido comprobar que la ausencia de reglamentación sobre la propiedad del código abierto ha redundado en un "cierre progresivo" de dicho software, creación de extensiones particulares, o incluso la negación de derechos de copyright cuando el código original era relegado a ser una mínima parte del nuevo desarrollo. Nadie puede olvidar que el API de Microsoft Windows fue un convenio de colaboración con Apple para el desarrollo del porting de una aplicación ofimática al entonces naciente entorno PC. El actual declive de los sistemas UNIX ( salvo la honrosa excepción de Solaris ) no puede ser sino el resultado de un exceso de actitudes de "abuso del cliente" tanto en relación precio/prestaciones como en falta de interoperatividad. Incluso hoy en día, los intentos de unificación ( UNIX System V, Common Desktop Environment, etc. ) están condenados al fracaso debido a la negativa de las partes a una colaboración efectiva.
Por consiguiente, la primera generación de software abierto murió de egoísmo... dando paso a los sistemas propietarios, que si bien eran productos de desarrollo cerrados, constituían un refugio para el usuario en cuanto a garantía de estabilidad y continuidad. Esta situación pronto degeneró en una situación de monopolio "de facto", y de abuso sobre el cliente.
Por supuesto, tenía que llegar la reacción: ante un producto que el usuario necesita para su productividad, y cuando dicho producto tiene que ser adquirido en condiciones abusivas para el vendedor, la reacción es obvia: hoy en día la piratería informática mueve el mas del 60% del mercado mundial de software. Como acertadamente postula Richard Stallman: "Cuando el modelo de producción obliga a que mas de la mitad de los consumidores actúe en la ilegalidad, es que algo falla en el sistema". De esta idea surge la segunda oleada del software libre, que tiene sus orígenes en la Free Software Foundation.
Lo que se plantea ahora es un nuevo punto de vista en el software abierto: ya no se intercambia información porque sí, sino que se establece un modelo empresarial, con derechos y deberes para ambas partes.
Pudiera creerse que esto es todo, y que este modelo acabará siendo el futuro del software abierto. Es opinión del autor que esto no es ni mucho menos cierto:
Veremos en los próximos apartados como se aplican estas tendencias.
Uno de los apartados que sin duda han contribuido al éxito del software libre es su bajo coste, tanto para el cliente como para la empresa:
Es un hecho que la legislación europea pone ciertas trabas a la productividad, especialmente en el capítulo de inversiones: la legislación USA permite al usuario final ( empresa o particular ) incluir como gasto necesario para producir rendimientos de trabajo, el resultante de las inversiones en adquisición de material: un escritor puede deducir las facturas de los bolígrafos que utiliza. En Europa, la única forma de conseguir la amortización de las inversiones materiales es a través de subvenciones a la mejora de la empresa, no mediante deducciones. Por ello, el empresario europeo mira con lupa toda inversión no directamente productiva. Esto, junto con la desproporcionada relación en el coste del software a cada lado del Atlántico, hace que el ritmo de actualización de equipos y de software en Europa sea mucho menor que en USA.
Porque si el uso de una determinada aplicación está penalizado, el cliente tiene dos opciones: la primera es buscar soluciones alternativas. El hecho de que Europa sea un fuerte centro de empuje para el software libre no tiene sólo motivaciones sociales, como muchos autores sostienen cuando hablan del "sentido de lo social y lo público" en Europa; sino -y sobre todo- tiene connotaciones económicas: la independencia tecnológica, la mejora de la balanza comercial, etc. son argumentos básicos en un entorno de libre mercado. En un apartado posterior estudiaremos con detalle la política europea respecto al software libre.
La segunda solución a la penalización de la inversión tecnológica es la más simple: la copia ilegal. Está demostrado que el cliente no copia ( salvo comportamientos compulsivos ) si el coste del producto original es sólo ligeramente superior al coste de copia. Como la situación de abuso de las empresas no sólo se limita al coste del producto, sino al pésimo servicio post venta, el cliente acaba concluyendo que la piratería no sólo es justa, sino necesaria, y un deber para su "salvación empresarial" ( que me perdonen los creyentes católicos por este juego de palabras: no es mío -N. del A.- ) A esto se junta el hecho de que la gran mayoría de las casas comerciales no hacen realmente una persecución seria del hecho de la piratería. Todo vale para crear clientes cautivos, que necesitaran cursos, documentación, soporte... y que acabarán pagando de una u otra forma.
Un último aspecto sobre el uso empresarial del software tanto libre como comercial. Muchas empresas no son conscientes de los costes a largo plazo del uso de un determinado paquete ofimático o de un sistema operativo. Es fácil tener una mentalidad a corto plazo, y buscar el minimizar los costes de instalación, confiando en la providencia a la hora de evaluar los costes de mantenimiento. La empresa que confía en el software libre debe ser consciente de que dicho software no es tan barato a medio plazo, a menos que este dispuesta a una inversión adicional en mantenimiento y seguimiento de dicho software ( ver el apartado "las trampas del software libre" ).